Cadena del Interior

jueves 25 julio, 2024

NUEVA EPOCA? SIN EL PROTAGONISMO DE ELLOS…PELEA, PERDIDA DE PODER O PUESTA EN ESCENA?

Sus nombres no estuvieron presentes el domingo 11 de junio y tampoco figurarán en las boletas de las PASO del 13 de agosto y las generales del 22 de octubre. Bastarán dos elecciones consecutivas ausentes para que su apellido –al menos por un tiempo- desaparezca de la cotidianeidad. Celebrarán la próxima Navidad sin responsabilidades públicas, después de mucho tiempo.
Por primera vez se viene un tiempo donde ninguno marcará con su impronta los acontecimientos políticos e institucionales de la provincia y de la nación. No es un acontecimiento menor, tras cuatro décadas de omnipresencia. Para algunos constituye la decadencia y extinción de un régimen feudal y corrupto. Para otros, el fin de ciclo de un modelo de gobierno que provocó la extraordinaria transformación que registró San Luis. Así de distantes son las valoraciones, de acuerdo al posicionamiento de cada uno.
Por encima de esta dicotomía cuyos claroscuros dirimirá la historia, hay un hecho innegable que tenemos por delante: una oposición lideraba por un nuevo gobernador electo y un vacío de poder que comienza a hacer ruido en el poderoso Partido Justicialista.
Para el vencedor, se abre un horizonte fecundo para consolidar desde la gestión un nuevo estilo de gobierno. Más democrático, menos personalista, más austero. Que sepa interpretar las demandas más sentidas de la población y gobernar para su satisfacción. No las tendrá fáciles, sino media un acuerdo de gobernabilidad con los que se van.
Para el otrora invencible oficialismo, en esto de mantener el poder, tampoco será fácil estrenar nueva indumentaria, para jugar en el equipo de la oposición. ¿Qué harán los intendentes y sus diputados y senadores? ¿Y los jueces y ministros del Superior Tribunal, sabrán acomodar el cuerpo a los nuevos tiempos? ¿Habrá una conducción que les marque el paso en contra del nuevo gobierno? Interrogantes que sólo el tiempo podrá ir develando.
Uno ya no recorrerá los ostentosos pasillos legislativos del congreso nacional, recibiendo trato de ex presidente. El otro tampoco hará temblar con su paso los ambientes de Terrazas del Portezuelo. Cada uno, en su intimidad, transita momentos de profunda reflexión. El primero se quedó con cierto sabor a victoria, por haber colaborado con la histórica derrota del segundo. Este, no obstante, festeja que el primero también se queda con las manos vacías. Siguen siendo hermanos de sangre, pero enemigos políticos.
Difícil saber qué piensan en estos momentos, aunque sin dudas la edad que atraviesan debe estar pesando en sus planes. ¿Qué tanto vale la pena seguir destinando esfuerzo a la política cuando el tiempo se diluye entre los dedos y el final se acerca?
Guerreros de mil batallas. Eternos sobrevivientes de debacles nacionales e infortunios familiares. ¿Estarán dispuestos a actuar como el común de los mortales y asumir pacíficamente su voluntario retiro? O, como el escorpión, sucumbirán a su propia naturaleza. Eso que en Psicología se define como Síndrome de Hubris: adicción al poder.
Para entender de qué se trata, es bueno recordar que esta perturbación no está catalogada como enfermedad, sino como una condición política-psicológica o una característica de personalidad en determinada situación social.
“Así, muchas personas que padecen este trastorno, generalmente líderes (empresariales o políticos), se sienten capaces de realizar grandes tareas, creen saberlo todo y que de ellos se esperan grandes cosas, por lo que actúan yendo un poco más allá de la moral ordinaria”, describió el médico británico David Owen, quien identificó el citado trastorno.
Solo ellos saben, en su interior, hacia qué incierto destino dirigirán sus pasos. Si es que en realidad ya lo tienen definido. Por ahí todavía no les cayó la ficha y toda esta reflexión no es más que un ejercicio de ansiedad por el apasionante cambio de época que se avecina.

E. Gargiulo

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