Del centro médico estatal de Merlo, renunciaron decenas de profesionales por falta de pago. Cancelaron las cirugías y no hay ni máquina de rayos X.
En mayo, los trabajadores del hospital merlino realizaron un abrazo simbólico en señal de protesta
Cuando Claudio Poggi gobernó San Luis hace ocho años, su gestión en salud fue un desastre. Ineficacia total. Por eso no sorprende que, una vez más, con él otra vez en el poder, la sanidad pública de la provincia sea un caos. Ya no sorprenden las malas noticias en torno a hospitales, centros de salud, laboratorios y hasta vacunatorios que dependen del Estado puntano. Esta vez, las malas nuevas las trae el Hospital “Catalina Rodríguez” de Merlo que, cuando abrió sus puertas por primera vez, era un lujo sanitario en medio de la Costa de los Comechingones. Tenía médicos, especialistas, hacían cirugías, había diagnósticos por imágenes y la gente podía hacerse cualquier chequeo. Pasaron 6 meses de la mano de Poggi y hoy es un desastre. Así lo aseguran vecinos, pacientes y el reducido grupo de médicos que quedó trabajando en el nosocomio y que, como en otras ocasiones, contaron lo que pasa a El Diario de la República vía mensajes y posteriores llamados telefónicos.
Los problemas son de toda índole. Donde uno posa la mirada surge un dilema, una injusticia, un error o falta de atención y, por tratarse de la salud, una nula empatía para la gente. Para la actual gestión de gobierno, todo es recorte, ajuste y repetir —como si fuera graciosa— la muletilla que instaló el presidente de la Nación, Javier Milei: “No hay plata”.
En San Luis no es tan así. Para el Ejecutivo actual para algunas cuestiones, tipo nombramientos de amigos, de comadres y devoluciones de favores, sí hay plata.
“En el hospital no hay personal. Fundamentalmente pasa eso. Los médicos renuncian porque no cobran. Tan simple como eso. Aquellos que facturan como monotributistas porque el Gobierno se niega a incluirlos dentro de la Carrera Sanitaria, los tienen como proveedores. Entonces les pagan cuando se les antoja y, hartos de esperar sus pagos, renunciaron y se fueron. No hay médicos. Por eso se cancelaron las cirugías programadas. No se opera a nadie. Solo se hacen las muy urgentes”, contó una paciente consultada por El Diario.
Pero el drama no solo radica en lo que respecta al quirófano (que no tiene los insumos básicos para funcionar). Las cuestiones más simples tampoco funcionan. “No se hacen más ecografías de ninguna índole. Se rompió la máquina por el propio uso y quedó abandonada. Por eso se descartan todos los pedidos que llegan. Los pacientes tienen que irse a la faz privada y viajar”, contó otra fuente.
“Necesitaba operarme y no pueden hacerlo porque la máquina con la que esterilizan el material no anda. Está rota. Es el colmo. Ni eso funciona”, contó la paciente.
Otro aspecto que denota lo arruinado que está el hospital merlino es la no posibilidad de sacar una radiografía: se rompió todo el mecanismo para los rayos X y en consecuencia no se dan turnos y las emergencias que llegan son derivadas a otros centros de salud. Una vergüenza. Y una muestra de la gestión Poggi.