Un tipo especial de prueba genética que ayuda a determinar el mejor antidepresivo para los pacientes con depresión de moderada a grave podría generar ahorros sustanciales en el sistema de salud y mejorar en gran medida los resultados de los pacientes, según una nueva investigación de la Universidad de Columbia Británica, en Canadá, publicada en la revista ‘CMAJ’.
El estudio muestra que, sólo en la Columbia Británica, la aplicación de pruebas farmacogenómicas podría ahorrar al sistema sanitario público provincial unos 956 millones de dólares (unos 892 millones de euros) en 20 años.
Según el doctor Stirling Bryan, coautor del estudio y profesor de la Facultad de Población y Salud Pública de la UBC y científico titular del Instituto de Investigación Sanitaria de la Costa de Vancouver (VCHRI), “las pruebas farmacogenómicas tienen por objeto asignar a los pacientes medicamentos que tengan más probabilidades de ser eficaces y causar menos efectos secundarios en función de su perfil genético”.
“Nuestros hallazgos demuestran que el beneficio para los pacientes de la Columbia Británica podría ser enorme, incluyendo mayores tasas de remisión y mejor calidad de vida, al tiempo que se genera un importante ahorro de costes al mantener a la gente fuera de los hospitales y de las vías de tratamiento más intensivas”, subraya.
Más de la mitad de los pacientes no responden al antidepresivo que se les prescribe inicialmente y aproximadamente el 27% señalan efectos adversos. Estudios anteriores han demostrado que hasta el 42% de la variación en la respuesta de los pacientes a estos medicamentos se debe a factores genéticos.
Las pruebas farmacogenómicas utilizan información genética, que suele obtenerse mediante un frotis de mejilla, un análisis de sangre o una muestra de saliva, para ayudar a orientar la selección y dosificación de la medicación.
“Los genes desempeñan un papel importante en la forma en que nuestro organismo metaboliza los distintos antidepresivos, lo que en última instancia influye en su eficacia”, afirma la doctora Jehannine Austin, coautora del estudio y catedrática de Genética Médica y Psiquiatría de la UBC.
“Los conocimientos genéticos proporcionados por las pruebas farmacogenómicas pueden ayudar a los médicos a tomar decisiones de tratamiento más informadas y reducir el largo proceso de ensayo y error que muchos pacientes experimentan para encontrar una medicación eficaz”, añade.
Para el estudio, los investigadores trabajaron con pacientes, médicos y socios del sistema sanitario y de la Administración para desarrollar un modelo de simulación que imitara la experiencia de los pacientes con depresión mayor, desde el diagnóstico hasta el tratamiento, la recurrencia y la recuperación.
Mediante la incorporación de datos administrativos sanitarios de la Columbia Británica, datos de ensayos clínicos y estrategias de tratamiento definidas, el modelo comparó el recorrido previsto de 194.149 adultos con y sin pruebas farmacogenómicas a lo largo de un periodo de 20 años.
El modelo demostró que las pruebas farmacogenómicas reducirían en un 37% el número de pacientes con depresión resistente al tratamiento, una situación en la que la depresión del paciente no mejora a pesar de probar varios tipos de tratamiento.
Las pruebas farmacogenómicas también harían que los pacientes pasaran un 15% más de tiempo sin síntomas de depresión, lo que se traduciría en 1.869 muertes menos y 21.346 ingresos hospitalarios menos en 20 años.
“Al incorporar a este modelo las perspectivas de pacientes con experiencia vivida, junto con conjuntos de datos sólidos, podemos simular cuidadosamente el recorrido del tratamiento de las personas con depresión mayor”, indica el primer autor, el doctor Shahzad Ghanbarian, modelador matemático y economista sanitario del Centro de Epidemiología Clínica y Evaluación, un grupo de investigación del VCHRI afiliado a la UBC.
“El modelo de simulación está diseñado para ser flexible y podría aplicarse a otras jurisdicciones más allá de la Columbia Británica, donde podríamos esperar ver beneficios similares, sobre todo en un contexto canadiense comparable”, apunta.
“Hemos demostrado aquí que esto puede ser eficaz, y nuestro siguiente paso es averiguar la mejor manera de hacerlo, con la aportación de pacientes, médicos, gobierno y socios del sector sanitario –adelanta Bryan–. La exploración de estrategias de aplicación, como qué profesionales sanitarios son los más adecuados para realizar pruebas farmacogenómicas, es el siguiente paso natural y sigue sin explorarse en Canadá”. (Infosalus-Europapress)