La manifestación se hará al cumplirse nueve meses del fallecimiento de Miriam Jiménez en el Ramos Mejía. “Lo que hubo fue una falta de atención, un abandono de persona”, consideró el hermano de la mujer.
Ahora que las medidas para prevenir los contagios por coronavirus se flexibilizaron, la familia de Miriam Jiménez organiza una marcha para pedir que la investigación de su muerte avance, ya que consideran que está paralizada desde hace meses, le explicó a El Diario su hermano, Horacio Jiménez. Se movilizarán el próximo jueves 7, el día que se cumplen nueve meses de su fallecimiento en la terapia del Sanatorio Ramos Mejía. La familia pide que se averigüe y establezca si los profesionales de ese centro médico la atendieron de forma correspondiente, si pudo haber una mala praxis.
Según dijo Horacio, el jueves a las 9:30 saldrán desde Illia y Lafinur hasta el sanatorio, que está ubicado a cuatro cuadras de allí. Van a parar un minuto, para hacer un aplauso, y después seguirán hasta el Poder Judicial. “Será una manifestación pacífica”, aseveró.
Miriam tenía 38 años y estaba en pareja desde los 16 años con Claudio Quiroga, el padre de sus dos hijos, Alexandra Vanina Quiroga, de 22 años, y Wilson Claudio Quiroga, de 15. “Para ellos ha sido durísimo. Han pasado cumpleaños, el Día de la Madre sin ella. El día a día se hace muy doloroso. Mi hermana trabajaba en una escuela generativa —“Por un mañana mejor”, del barrio San Martín—, vendía ropa, siempre se las rebuscó para salir adelante con su familia. Y hoy en día, la situación económica no ayuda. Esto de la pandemia no favoreció en nada en cuanto a lo que nos pasó a nosotros. Pero estamos unidos, tratando de que se haga justicia y que no le pase más a nadie”, refirió.
El 7 de mayo, es decir, el día de la muerte de Miriam, los parientes detallaron cómo estaba la salud de ella. Fue operada de apendicitis el 18 de abril en el quirófano del Ramos Mejía. El médico Luis Marsicano estuvo al frente de esa cirugía.
El lunes 20, Miriam fue dada de alta, a pesar de que seguía con dolores abdominales. El viernes 24, continuaba descompuesta y con fuertes dolores, se sentía mal. Por ello, su pareja la llevó de urgencia a la guardia del Ramos Mejía.
Un suero y calmantes eran, según Quiroga, lo que le daban a Miriam en la guardia. Tras ser dada de alta nuevamente, la llevó a su casa, pero por entonces ella no ingería alimentos y tomaba muy poca agua. Los dolores abdominales, náuseas y mareos eran muy intensos.
El domingo 3 de mayo al mediodía, Quiroga volvió con Miriam al sanatorio. Al recibirla, el médico de turno en la guardia la dejó internada y ordenó análisis de sangre. Pero ningún doctor les informó cuál era el diagnóstico, dijeron los familiares.
Según el relato de Jiménez, ese domingo por la tarde la salud de su hermana desmejoró. El miércoles 6 los médicos decidieron ingresarla a terapia intensiva, “sin dar ninguna explicación”. “Ese día se hizo presente el médico que la operó”, acotó.
El miércoles los médicos les informaron a los parientes de la paciente que esperaban a una infectóloga para poder determinar el origen de la infección que sufría Miriam. Era temprano, pasadas las 8. Y un rato después, les dieron la peor noticia: que ella había muerto. A las pocas horas, hicieron la denuncia en la Comisaría 1ª.
Los familiares comentaron que en el certificado de defunción que les entregaron se consignó que la causa de muerte fue “un shock cardiogénico irreversible”. Sin embargo, la indignación de ellos —que rompieron vidrios de las puertas del sanatorio tras recibir la noticia del fallecimiento— radica en que hacía semanas que pedían a los doctores una mejor atención para la mujer y reclamaban por un diagnóstico preciso sobre su malestar.
“La llevamos en distintas oportunidades (tras la intervención quirúrgica) le ponían suero y la hacían volver a la casa. La última vez que ingresó, lo hizo consciente. Lo que hubo fue una falta de atención, un abandono de persona”, consideró Jiménez.